Athanasius Schneider

[1]​ Después de la Segunda Guerra Mundial fueron enviados por Stalin a un gulag en Krasnokamsk, en los Urales, donde entraron en contacto con la iglesia clandestina rusa.

[1]​ En 1973, poco después de hacer su Primera Comunión en secreto, Schneider emigró con su familia a Rottweil en Alemania Oriental.

Pero esta estancia en Roma sólo duró un curso académico, pues en 1984 sus superiores lo destinaron a la diócesis de Anápolis (Brasil), donde continuó sus estudios filosóficos y teológicos.

[4]​ Entre 1990 y 1991 fue destinado al monasterio de su Orden en Aparecida, donde ejerció su oficio sacerdotal en cinco parroquias rurales.

En 1991 es enviado de nuevo a Roma para continuar sus estudios, ciudad en la que permanecerá hasta 2001.

En esta década estudió en el Instituto Patrístico Augustinianum (adscrito a la Pontificia Universidad Lateranense) donde obtuvo primero la licenciatura (título equivalente al de máster) y después el doctorado en Teología y Ciencias Patrísticas.

Coincidiendo con su estancia en Roma fue elegido Consejero General de su Orden, cargo que ejerció durante 10 años.

[8]​ Monseñor Schneider habla alemán, ruso, portugués, español, inglés, francés e italiano, además de leer en latín y griego antiguo.

[4]​ El obispo Schneider ha colaborado en los últimos años en su firme defensa de la fe católica con los cardenales Robert Sarah, Raymond Leo Burke, Walter Brandmüller y Janis Pujats, y con el obispo Joseph Strickland.

[cita requerida] Schneider ha realizado viajes de carácter apostólico y formativo frecuentemente, celebrando conferencias.

[12]​ Schneider ha sostenido firmemente las enseñanzas de la Iglesia que han sido más controvertidas por no ceder a las presiones mediáticas y/o políticas.

Ha afirmado que la gran inmigración musulmana durante la década de 2010 fue orquestada por "poderosas organizaciones políticas internacionales ... para quitarle a Europa su identidad cristiana y nacional.

Schneider alegó que la guerra civil siria fue orquestada por potencias internacionales con el fin de provocar una crisis migratoria para descristianizar Europa, y que la inmigración masiva a Europa desde el norte de África también fue "creada artificialmente".

Los obispos escribieron que tal declaración era necesaria en una época de "confusión y desorientación doctrinal casi universal".

Pasajes específicos de la declaración responden implícitamente a los escritos del Papa Francisco.

Tras cambios recientes en el Catecismo para oponerse a la pena capital, la declaración establece que la Iglesia "no se equivocó" al enseñar que las autoridades civiles pueden "ejercer legalmente la pena capital" cuando sea "verdaderamente necesario" y para preservar el "orden justo de las sociedades."