Según la Ley N° 3060, establecida en 2009, AUSA destina hasta un 40% del dinero recaudado al mantenimiento de las autopistas que mantiene a su cargo; un 5% es utilizado para el fondo permanente de la ampliación de subterráneos y el porcentaje restante es invertido en obras públicas encomendadas por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
[1] En la década de 1970 los accesos a la Ciudad de Buenos Aires se encontraban colapsados por el crecimiento del parque automotor: un millón y medio de vehículos que se desplazaban por 2500 km de calles y avenidas, dispuestas en un trazado reticular, de origen colonial, insuficiente y anacrónico.
En ese entonces solo existían dos grandes vías de circulación para el tránsito rápido: la Avenida General Paz y la Avenida Dellepiane.
Por otro lado no existía una vía directa que conectará a la ciudad con el Aeropuerto Internacional de Ezeiza.
De todas las posibilidades analizadas, la construcción de autopistas fue elegida como la mejor solución.