En el sitio se construyó una ermita, a la cual sustituyeron después templos de mayor solidez y capacidad, especialmente el edificado en 1675.
Fue erigido en Basílica durante el episcopado de Monseñor Anselmo Llorente y Lafuente, primer obispo del país.
La cúpula es, en realidad, una enorme corona en la que se ve el anagrama de la Virgen María y cuyo remate final es la imagen de San Miguel Arcángel, venciendo al demonio.
Los peregrinos llaman comúnmente a la cripta como "la gruta de la piedra".
Antiguamente se bajaba y subía del lugar por unos estrechos escalones situados dentro de una capilla al lado del altar mayor, pero en el 2004 se remodeló el acceso al recinto (dejando intacto el mismo lugar de la piedra), sobre todo para que personas enfermas, o con algún tipo de discapacidad pudieran ingresar al lugar, quedando dicho acceso ya no dentro del templo, sino atrás de este.
Se calcula que cada año, dos millones de personas participan en la romería.
Al llegar a la Basílica los peregrinos, venciendo el cansancio y dolor físico, entran de rodillas hasta el altar principal, donde está la pequeña imagen que ofrece a su Hijo.