Ambos generales tenían una gran experiencia en combate, si bien fue Epaminondas el que impuso sus tácticas sobre Agesilao.
Fue entonces cuando Epaminondas dispuso a sus hombres en columna y, dando la orden de recoger de nuevo y rápidamente las armas, con él mismo a la cabeza, marchó en línea recta contra el enemigo.
Esta formación de tropas, conocida como falange oblicua, intentaba obtener superioridad en un punto localizado.
Los enemigos se desplegaron en línea como venía siendo habitual, colocando delante a la caballería, aunque sin protección de peltastas u otros auxiliares.
Cuando el ejército enemigo se encontraba ya en franca retirada y fuga, llegó la noticia de que Epaminondas había muerto.
Al punto, las tropas volvieron lentamente a sus líneas y cesó toda persecución, cuando ésta apenas había iniciado.
Epaminondas cargó e hizo huir al ala derecha espartana, ganando la batalla.
Lo cierto es que la batalla podría haber sido una completa victoria beocia, pero al final la muerte de Epaminondas cambió totalmente el escenario del conflicto.
Los beocios se retiraron (nunca volverían a entrar con todo su ejército en el Peloponeso).