Ante este panorama desde la instituciones aragonesas, catalanas y valencianas se empezó un proceso que debía acabar con la designación de un nuevo monarca.
Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo, se vio como la división entre las facciones nobiliarias no permitía avanzar.
Estos hechos no solo radicalizaron a sus oponentes, sino que además le granjearon la animadversión de diversas villas del reino.
Sin embargo, los aragoneses y catalanes rechazaban los mensajeros valencianos hasta que no se reunieran en un único parlamento.
Así, valencianos (Centelles), castellanos y algunos aragoneses trastamaristas esperaron a Bellera en Murviedro, actual Sagunto.
En la batalla murieron tres mil personas, entre los cuales se encontraba el mismo virrey Bellera.
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