María Teresa vio el cinismo y el pesimismo de su hijo mayor y sucesor con desconfianza, y se volcó más a su otro hijo, cuyo elegante comportamiento e ingenio podían esperarse de un excelente futuro gobernante.
Se dice que Carlos a menudo tenía la intención de competir con su hermano por la corona imperial.
La viruela le había robado además otros hijos, por lo que para ella fue siempre la "enemiga hereditaria de la familia imperial".
El trono austríaco habría caído entonces en Carlos José si hubiera vivido, lo que habría hecho muy feliz a María Teresa que no siempre estuvo de acuerdo con su hijo mayor.
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