El carné de baile es un tarjetón doblado o un librillo de tamaño pequeño impreso con algunos datos y adornos, que fue indispensable para las damas que asistían a los bailes aristocráticos o de familias importantes del siglo XIX y comienzos del XX; por lo general tenía ya escrito el nombre de las piezas musicales programadas, a continuación de los cuales la dama iba escribiendo el nombre del caballero que le pedía bailar con él ese determinado número.
Los zapatos se hacían de raso del mismo color del traje y los guantes solían ser de tonos claros y era costumbre llevarlos puestos toda la noche.
Los había de diferentes modelos y materiales y aunque a veces ya estaban escritas en alguna de sus hojas las piezas de música que se iban a interpretar era casi una excepción pues lo más común es que cada persona escribiera tanto el título del baile como su correspondiente partenaire.
A menudo formaban parte de un conjunto, un juego que consistía en una agenda, un monedero, un libro devocionario y el propio carné todo ello metido en un vistoso estuche bien rematado y forrado de seda.
Cuando la dama escribía en sus páginas el nombre del candidato no se podía volver atrás bajo ninguna excusa.