Catalina Suárez Marcayda

Al fallecer María, Catalina se quedó en casa de su hermano Juan, con quien Hernán Cortés compartía una pequeña encomienda.

Otra versión dice que fue hecho prisionero por negarse al casamiento con Catalina.

[4]​[5]​ Aunque Catalina era pobre y antigua sirvienta, Bartolomé de las Casas conversó con Cortés en 1515 y este le dijo "que estaba tan contento con ella como si fuera hija de una duquesa".

En ese momento su muerte se atribuyó a asma:[4]​ Según documentos, fue Isidro Moreno, auxiliar del mayordomo de la casa, Diego Soto, quien atestiguó la condición previa a la muerte de Catalina.

[3]​ En dicha casa había una fiesta, en la cual surgió una agria discusión entre Cortés y Catalina, hecho habitual debido a que la mujer le afeaba continuamente sus pendencias con otras mujeres.

[3]​ Una camarera de Catalina habría narrado su malestar porque Cortés cortejaba a otras mujeres[3]​ y otra habría atestiguado que cuando entró a la recámara, el cuerpo de la fallecida estaba sobre el brazo de Cortés, la cama estaba orinada, tenía marcas en el cuello y una gargantilla deshecha.

[3]​ Otra testigo más, Juana López, declaró en cambio no haber visto señales en el cuello ni la gargantilla rota.

La acusación penal fue desechada[3]​ porque presuntamente causaría desprestigio al imperio español.

La muerte de Catalina Suárez marcó la vida de su esposo, Hernán Cortés.