Fueron las terceras Cortes celebradas en el reinado de Alfonso XI, y diversos autores señalan el «decidido carácter revolucionario contra el poder real» de las Cortes de Carrión,[1] debido a que los tutores del pequeño rey se limitaron a confirmar el cuaderno de peticiones que les presentó la Hermandad general, mostrando con ello la influencia política alcanzada por esta última y el control que llegó a tener sobre los tutores del rey Alfonso XI.
[3] Y una vez reunidas las Cortes en Carrión, el infante Juan, que intentaba que el infante Pedro abandonase la tutoría, propuso que los tres tutores renunciaran a la tutoría y que las Cortes designasen a un nuevo tutor del rey,[4] aunque los partidarios del infante Pedro y los de su madre, la reina María de Molina,[5] se opusieron al proyecto del infante Juan y no consintieron que ninguno de ellos renunciase a la tutoría.
[6] Y el rey Jaime II de Aragón, que también apoyaba a su yerno, el infante Pedro, envió un embajador plenipotenciario a las Cortes de Carrión y se mostró partidario de que los infantes Pedro y Juan ejercieran la tutoría compartida del rey Alfonso XI.
[8] Y para conseguirlo, enviaron a las Cortes de Carrión a dos burgueses de la ciudad, Pedro Yáñez do Campo y Martín Bernáldez, que presentaron al infante Juan, ya que el infante Pedro apoyaba al cabildo catedralicio compostelano, sus quejas contra dicho cabildo, y obtuvieron del infante Juan una Real Carta en la que se disponía que el señorío del rey fuese guardado en Santiago de Compostela y los derechos del concejo de dicha ciudad no cayeran en el olvido.
[4] Durante cuatro meses se examinaron las rentas del rey y el uso que los tutores habían hecho de ellas, aunque no se descubrieron fraudes por parte de los mismos.
[4] No obstante, y a pesar de que su nombre figura en el ordenamiento de las Cortes, diversos autores señalan que la reina María de Molina no asistió a ellas por haber sido impuestas «no por los pueblos en general, sino por determinados grupos resentidos», haciendo referencia a los partidarios del infante Juan.
Sin embargo, poco después se entabló una disputa entre los hijosdalgo que asistieron a las Cortes debido al reparto de los fondos que se concedieron a la Corona, y el infante Juan estuvo a punto de perder la vida en dicha reyerta, aunque al final no hubo muertos ni heridos.