Desarrollan su vida en grupos sociales de gran complejidad llegando a construir nidos comunales en la mayor altura posible disponible, generalmente en los árboles.
Es la única especie de loro que construye sus propias nidificaciones utilizando ramas.
[10] En la naturaleza vuelan en ruidosas bandadas a gran velocidad, nunca levantando las alas por encima del cuerpo, y aleteando constantemente.
Entre las primeras se destacan las semillas de cardo; entre las segundas muestra preferencia por el sorgo, el maíz y el arroz.
Ponen de cinco a ocho huevos por nidada, y la incubación dura unos veintiséis días.
Sus principales depredadores naturales son las aves rapaces y la comadreja colorada, esta última solo existente en América del Sur.
[cita requerida] También, cuando las cotorras fueron introducidas como especie invasora en muchos países como España, Australia, Chile, Estados Unidos o México, respectivamente, comenzó a ser depredada por gatos salvajes.
La cotorra argentina compite o desplaza a otras especies autóctonas como el gorrión común (Passer domesticus), y el número al que se reproducen afecta negativamente a otras especies animales fuera de su hábitat.
[12] Sin embargo, cabe recalcar que a pesar de su potencial de especie invasora, la cotorra argentina aún no se ha extendido a los campos como se temía, viviendo únicamente en las ciudades.
Se calcula que en Florida debe haber entre 150 000 y 500 000 a principios del siglo XXI.
[28] Actualmente, en México no existen acciones concretas para frenar la invasión del perico monje, ya que no hay voluntad política, políticas públicas ni dependencias gubernamentales encargadas de su monitoreo y control.
A pesar de los daños ecológicos, económicos y riesgos sanitarios que representan, las autoridades no han tomado medidas efectivas para contener su expansión, lo que hace urgente implementar estrategias para evitar mayores afectaciones.