Cristino García Granda

En 1939 tras finalizar la contienda, se exilió a Francia, donde fue recluido en un campo de internamiento.

Santiago Carrillo se reúne con ellos para reorganizar el PCE y ordenar el asesinato de un compañero de partido, Gabriel León Trilla.

Este hecho generó un gran revuelo político en diferentes países, sobre todo en Francia, cuyo ministro de Interior interpeló a la ONU por su liberación.

Mientras, Charles de Gaulle –por entonces presidente de la República Francesa–, por su simpatía hacia Franco, no hizo nada para detener la ejecución por el temor a los «rojos».

La más llamativa fue la declaración suscrita por unanimidad por la Asamblea Nacional Constituyente, donde se afirma que los guerrilleros fueron fusilados por el odio a la libertad que habían defendido en Francia, y se invita al Gobierno a romper con el régimen de Franco: «La Asamblea traduce la protesta de la conciencia francesa ante esta nueva aplicación de métodos de represión condenados por el mundo civilizado».