Esta singular cisterna se construyó en 1880 y permanece en uso ininterrumpido desde su inauguración.
Los manantiales que tradicionalmente habían abastecido a la ciudad, el manantial del Sotillo y el arroyo del Alamín, no tenían suficiente agua en determinadas épocas para surtir a una población en crecimiento.
Desde ese depósito partían dos grandes tuberías para distribuir el agua por toda la ciudad.
Se destaca el gran muro partidor que divide al depósito en dos compartimentos diseñados para ponerlos en comunicación o utilizarlos de forma independiente, por ejemplo, cuando era necesario aislar uno para limpiar el otro.
El conjunto ofrece una imagen que recuerda a los antiguos aljibes.