[3] Por otra parte, la autoridad del sultán Abdelasis se veía socavada por la acción de jerifes como El Roghi en el oriente rifeño o el Raisuni —el caudillo de las montañas—, y disputada por su propio hermano Abdel Hafid, quien terminaría por derrocar a su hermano.
[7] España y Francia estaban encomendadas para mejorar la administración del sultanato, para lo que disponían de una policía, pero no podían intervenir militarmente.
Los marroquíes, preguntados por tripulantes del crucero español, manifestaron un gran deseo de que desembarcase el contingente.
La tropa fue bien recibida por los larachenses, que daban muestras de afecto y simpatía.
Acamparon los españoles al oeste de la plaza, en una meseta cortada por acantilados que se precipitan al Atlántico, e inmediatamente se mandó a la mayor parte del contingente, junto con la sección de artillería del Cataluña, a Alcazarquivir, donde el asalto de las cábilas rebeldes parecía inminente.
Sin embargo la situación en la zona fue haciéndose más volátil, hasta desembocar abiertamente en un conflicto armado.