Algunos ejemplos habituales son: En política, la desigualdad en la participación afecta habitualmente a «las clases de individuos, tales como los jóvenes, los pobres y aquellos con una escasa educación formal» que tienden a no tomar la iniciativa de participar en las elecciones y otras actividades políticas.
[3] En 1971, en su artículo académico Polyarchy: Participation and Opposition («Poliarquía: participación y oposición»), Robert Dahl proporcionó un marco básico para evaluar las democracias y poliarquías (democracias casi plenas) a partir de la desigualdad en la participación.
[6] Las causas institucionales de la desigualdad en la participación también pueden ser mitigadas o exacerbadas por normas culturales.
Los estudios recientes informan hallazgos similares en África y Latinoamérica (Bratton 2008; Boot & Seligson 2008)”.
Países como la India son considerados excepciones a la regla general por la que existe una relación entre el nivel económico y la participación de los votantes.
En gran parte, estos dos tipos de desigualdad son a menudo creados y reiterados por instituciones políticas, pero la mayoría de los politólogos estudian estas causas por separado, en gran parte porque no solucionan plenamente con cambios en las instituciones políticas.