Los principales objetivos de los alborotadores eran los disidentes religiosos y muy particularmente Joseph Priestley, un personaje controvertido tanto teológica como políticamente.
Los disturbios comenzaron con el ataque a un hotel donde se celebraba un banquete de solidaridad con la Revolución francesa.
Sin embargo, no pudieron sobornar a un pequeño grupo, que se mantuvo sobrio.
En el transcurso del siglo XVIII, Birmingham llegó a cobrar notoriedad por sus disturbios.
Se mantenían unidos contra lo que consideraban como la amenaza planteada por los plebeyos insubordinados.
[7] El apoyo de Priestley a la derogación y sus opiniones religiosas heterodoxas, que eran del dominio público, inflamaron al populacho.
Envidiaban la creciente prosperidad de estos industriales así como el poder que venía acompañando a ese éxito económico.
[18] El mismo día, un panfleto «ultrarrevolucionario», escrito por James Hobson (aunque su autoría no era conocida en esos momentos), se puso en circulación.
Los funcionarios de la ciudad ofrecieron cien guineas para obtener información sobre la publicación del panfleto y su autor, lo cual fue en vano.
Los disidentes se vieron obligados a alegar su ignorancia al respecto y renegar de las ideas «radicales» que promovía el panfleto.
[19][20][21] Para el 12 de julio, cada vez era más evidente que habría problemas en la cena.
Cuando los invitados llegaban al hotel entre las dos y las tres de la tarde, eran recibidos por sesenta o setenta manifestantes que se dispersaron temporalmente, gritando, de forma extravagante y más bien confusa: «¡No al papado!».
[22] El gentío se trasladó luego a la casa de reunión cuáquera, hasta que alguien gritó que los cuáqueros «nunca buscaban problemas con nada, ni de un lado ni del otro» y a cambio los convenció de atacar la capilla New Meeting, en la que Priestley presidía como ministro religioso.
Poco después del evento, Priestley, describiendo la primera parte del ataque, de la cual fue testigo a cierta distancia, escribía: Su hijo, William, se quedó atrás con otras personas para proteger la casa de su familia, pero los alborotadores los superaban en número y finalmente saquearon y arrasaron la propiedad hasta los cimientos.
La valiosa biblioteca de Priestley, su laboratorio científico y sus manuscritos se perdieron entre las llamas.
[30] Los magistrados locales y los refuerzos de la ley, tales como eran, no hicieron nada más para frenar a la turba y no leyeron la Riot Act hasta que los militares llegaron el 17 de julio.
William Russell y William Hutton intentaron defender sus casas, pero no sirvió de nada, ya que los hombres que estaban a su servicio se negaron a luchar contra la turba.
Cuando llegaron a Kingswood (Warwickshire), quemaron la capilla de disidentes y su masía.
En ese momento, Birmingham había cerrado: los comercios y los negocios estaban paralizados.
Unos treinta «alborotadores radicales» atacaron la casa de William Withering, un anglicano que asistía a la Sociedad Lunar con Priestley y con Keir.
Aunque se rumoreaba que las turbas estaban destruyendo propiedades en Alcester y Bromsgrove.
[37] Priestley y otros disidentes culparon al gobierno por los disturbios, creyendo que los habían instigado William Pitt y sus seguidores; sin embargo, las pruebas parecen indicar que las revueltas realmente las organizaron algunos funcionarios locales de Birmingham.
[40] Aunque estaban presentes en el estallido de los disturbios, Carles y Spencer no hicieron el menor intento de detener a los alborotadores, y parece ser que Brooke los condujo a la capilla New Meeting.