Entró como oficial al Ministerio de Relaciones Exteriores, fue secretario del presidente José Manuel Balmaceda y llegó a subsecretario.
Escribió en La Libertad Electoral, La Época, El Heraldo y La Ley, cuya dirección desempeñó por algún tiempo; usó el pseudónimo de "Fígaro".
En 1890 creó un periódico satírico "El Figaro", donde atacaba directamente la política de José Manuel Balmaceda.
En su descargo publicó en 1899, a su regreso, un folleto titulado "Mi destitución".
Fue redactor de La Ley y empleó sus columnas para criticar duramente el decenio del presidente Pedro Montt.