Debido a su trabajo, la familia se mudó en muchas ocasiones, ello permitió que los grandes amigos de Efraín, fueran los lápices y, en mejores tiempos, los crayones.
Así, Efraín hijo, a sus escasos 5 años se inició en el arte cuando dibujaba terribles monstruos, guerras, soldados y grandes batallas.
Con los años, las figuras se convirtieron en hermosas damas, retratos y héroes.
Contrario a su experiencia en la escuela, aquí él fue el menor de sus compañeros, todos adultos, por lo que recibió siempre duras críticas por parte de sus maestros, quienes le gritaban y destruían su labor.
Para comprar materiales de dibujo hacía retratos a crayón de héroes, historietas y personajes políticos que vendía en las calles y con sus compañeros.
En este período involucró a sus propios personajes, que poco a poco se convirtieron en protagonistas de sus creaciones y hoy forman parte de la figuración que lo caracteriza.
En 1962, ganó el primer premio del Certamen Nacional Carlos Valenti, con su cuadro “La Huella de mis antepasados” y, a partir de ese momento, lo empezaron a tomar en cuenta y es así como comenzó a ganar un espacio grande en el mundo del arte.
En 1964, los organizadores del conocido Certamen Juannio, que apoya obras del Instituto Neurológico de Guatemala, llegaron a su estudio y le invitaron a participar en la subasta.
Durante la subasta y de quetzal en quetzal, el precio se empieza a subir y el cuadro “Diablos Morados” alcanza la exorbitante cantidad para aquella fecha, de Q.400.00.
Después de recibir múltiples y muy variados reconocimientos, doctorados, grandes reconocimientos nacionales e internacionales, está organizándose la Fundación Efraín Recinos cuyos objetivos serán fundamentados en el gran postulado ManifestARTE que se basa cuatro grandes pilares: El más reconocido sería el conjunto del Centro Cultural Miguel Ángel Asturias.