No obstante, las ansias de vengarse y su desconfianza en la aptitud del joven obligan al clérigo a idear un plan de escape.
Tras dormir a Edmundo Dantés y fingir su muerte ante los carceleros, él ocupa el lugar del supuesto muerto en el saco fúnebre y consigue así escapar de la prisión siendo arrojado al mar.
Para combatirla, el abate recomienda a Dantés el uso de la memoria, aunque ante el lector no queda claro si dicha práctica le ha servido al clérigo, puesto que no se sabe si está cuerdo o loco.
Este hecho contrasta con lo que acontece en la novela de Dumas, donde sí será Dantés el que consiga la libertad.
Se puede decir, de forma rápida, que en este relato se encuentra un Dantés joven, pero con alma anciana, mientras que el abate es un anciano con alma joven.