Tito Livio narra cómo la célebre y poderosa ciudad de Ercávica, impresionada por los desastres sufridos por otros pueblos del contorno, abrió sus puertas a los romanos.
A partir del siglo II a. C. la ciudad fue adquiriendo el aspecto típicamente romano, con un trazado regular y delimitada en su perímetro por una muralla.
Del mismo modo contaba con los edificios tanto públicos como privados propios de una ciudad romana.
Sabemos que aproximadamente a mediados del siglo II a. C. Erkauika produce dos emisiones en bronce donde el único valor es la unidad, cuyos tipos monetales responden a los utilizados por las cecas celtibéricas durante este período, busto en anverso y jinete lancero en el reverso.
Los diseños variaron muy poco, en los ases el toro lleva una mitra/frontón sobre los cuernos y en los semis una corona de laurel que rodea el nombre del municipium.