Escudo térmico

Además de cumplir esto, deben proporcionar al vehículo una superficie aerodinámica que permita su desplazamiento a altas velocidades.

Esta forma incrementa la resistencia y crea una onda expansiva delante de la nave espacial causada por choque con la atmósfera, desviando el calor fuera de la nave, pero el aire contenido entre el escudo térmico y la onda expansiva está sometido a presiones tan altas, que convierten el gas en plasma muy caliente.

Todas las naves espaciales primitivas a excepción de las primeras cápsulas del Proyecto Mercury (que era suborbital) usaban tecnologías desechables para ayudar con la transición de las altas velocidades orbitales a los regímenes aeronáuticos donde las naves pueden volar, como hacen los actuales transbordadores espaciales o desplegar paracaídas para aterrizar, como se hacía con las cápsulas espaciales de los programas Mercurio o Apollo.

En algunos misiles balísticos y en la cápsula espacial Mercurio se usaron disipadores de calor para aliviar el calentamiento producido por el plasma.

Sin embargo la técnica requería una considerable cantidad de metal, añadiendo por tanto mucho peso al aparato.

El escudo térmico del transbordador espacial , mostrando las baldosas cerámicas y paneles de carbón reforzado que lo constituyen.
Escudo térmico descartado del Opportunity en Marte . Está invertido por impactar contra el suelo.
El Astronauta Andrew S. W. Thomas echa un vistazo debajo del Transbordador espacial Atlantis en Centro Espacial Kennedy.