Existen muchas referencias en la literatura antigua y las huellas de estas creencias han sobrevivido en las posteriores religiones abrahámicas que llegaron a dominar la región.
Para luchar contra estos efectos, se recurría a la "mano de espectro" (qat etemmi) para los rituales y prácticas mágicas.
En Babilonia, el fantasma más temible era el de una mujer que hubiese muerto durante el parto.
Era compadecido y temido, pues su pena le había enloquecido, estando condenado a llorar en la oscuridad, aferrándose su impureza como un veneno.
[5] En la mitología babilónica Irkalla está gobernado por la diosa Ereshkigal y su consorte Nergal o Ninazu.
Los fantasmas pasaban un tiempo viajando al Inframundo, teniendo a menudo que superar obstáculos en el camino.