Pasó a servir al Estado Mayor Presidencial de su tío, el general y presidente de México Porfirio Díaz, quien desde entonces lo promovió y protegió.
Fungió como diputado por su estado y como candidato al gobierno local; derrotado en esta contienda electoral, fue designado cónsul de México en Chile.
A los pocos meses modificó el gabinete y maniobró para posponer o suspender las elecciones.
Para acabar de sacarlo del juego político, Huerta lo envió a Japón en una supuesta misión especial.
Sus objetivos políticos estaban delineados en el Plan de Tierra Colorada.
Su fuerza residía, principalmente, en su dudoso prestigio nacional e internacional.
Por lo tanto, haciendo la paz con estas dos potenciales amenazas para el nuevo régimen podía ser visto como un político pragmático.
En 1922 Díaz emitió un manifiesto contra la Constitución de 1917, pero otra vez su agitación no fue seguida.