[1] Una formación debe ser lo suficientemente grande como para que pueda cartografiarse en la superficie o trazarse en el subsuelo.
Por lo demás, las formaciones no se definen por el espesor de sus estratos rocosos, que pueden variar mucho.
El término fue utilizado por Abraham Gottlob Werner en su teoría del origen de la Tierra, que se desarrolló durante el período comprendido entre 1774 y su muerte en 1817.
Las formaciones deben poder delimitarse a la escala del mapeo geológico que se practica normalmente en la región.
[7] No es necesario que las formaciones estén subdivididas, pero cuando existen criterios que permiten discriminar subunidades significativas de acuerdo a sus litofacies, se pueden definir unidades litoestratigráficas de rango menor llamadas miembros.
Finalmente, en una formación o un miembro pueden delimitarse capas, las unidades de menor rango, que tienen características litológicas muy peculiares que las hacen fácilmente diferenciables y su espesor puede ser desde pocos centímetros a algunos metros.
Por otra parte, los pisos incluyen necesariamente numerosas unidades litoestratigráficas (formaciones, miembros o capas), debido a que para cada edad, como en la actualidad, la formación de depósitos sedimentarios se produce por todo el planeta en diferentes ambientes sedimentarios.
En un principio, las formaciones se describieron como los marcadores esenciales del tiempo geológico, basándose en sus edades relativas y en la ley de superposición.
En un principio, las formaciones se describieron como los marcadores esenciales del tiempo geológico, basándose en sus edades relativas y en la ley de superposición.
Tal formación se abandona cuando ya no está afectada por el agente geológico que la produjo.