Barroetaveña, siendo un joven abogado, comenzó a participar en política y se hizo conocido en Buenos Aires por su artículo publicado en el diario La Nación el 20 de agosto de 1889, titulado "¡Tu quoque juventud!
En tropel al éxito", que sacudió a la opinión pública y a la juventud en particular, donde mostraba su indignación y condenaba la ausencia de principios morales y el apoyo de ciertos jóvenes que apoyaban al entonces presidente Miguel Juárez Celman diciendo: "Esta y aquella adhesión no significan otra cosa que la renuncia a la vida cívica activa de los jóvenes, para desaparecer absorbidos por una voluntad superior que los convierte en meros instrumentos del jefe del Poder Ejecutivo".
Por esa vía se invitó a concurrir a Bartolomé Mitre, Aristóbulo del Valle, Leandro Alem, Vicente F. López, Pedro Goyena, Delfín Gallo, Torcuato de Alvear y Bernardo de Irigoyen, todos hombres que habían demostrado una fuerte oposición al juarismo.
Las flores fueron depositadas en la estatua de Belgrano y allí Alberto V. López pronunció el último discurso del día.
Se separó de la UCR y se integró al Partido Demócrata Progresista llegando a ser candidato a presidente de la Nación en 1931 por la fracción entrerriana del Radicalismo Antipersonalista.