Cayo Antonio pasó su infancia y su juventud en Roma.
Debido a la falta de supervisión paterna por la muerte de su padre tras su derrota en Creta, Cayo y sus hermanos Lucio y Marco llevaron una vida de total desenfreno en donde eran habituales las fiestas, los escándalos y el juego.
Cuando estalló la guerra civil entre Julio César y Pompeyo, Cayo Antonio servía como legado del primero.
No obstante, las posteriores victorias de César consiguieron su liberación.
Los tiranicidas le depusieron como gobernador y Marco Bruto, que al principio había fingido tratarle con generosidad, ordenó su ejecución.