Cortesano que no conocía la envidia, acompañó a Felipe en su periplo inglés como capitán de su Guardia Española y fue posteriormente embajador en la Corte de Isabel I.
También le acompañó durante la estancia del ya Felipe II en Flandes.
En agosto de 1561 se retira a su señorío decayendo su actividad político-diplomática hasta que, nombrado miembro del Consejo de Estado y Guerra, recibió en el último tramo de su vida la dignidad ducal y la Grandeza de España (1567) con todas sus preeminencias.
Cuando en 1571, residiendo en El Escorial junto al monarca, se preparaba para la gobernación de los Países Bajos, cayó repentinamente enfermo y le sorprende la muerte.
Le sucedió su hijo Lorenzo IV Suárez de Figueroa y Córdoba.