Dejó una importante obra escrita en verso y en prosa, dispersa en publicaciones de la época.
También varias obras de teatro (llamadas sainetes, la más conocida titulada Don Ruperto Perejil (1879).
[5] Hizo el servicio militar y vivió los primeros años de su juventud como maestro en la misma escuela.
Al año siguiente (1873) renunció el director de la escuela, Manuel Fernández Gándara.
En 1874 empezó a cobrar como «preceptor superior», aunque siguió siendo el director de la escuela.
Formó junto a Melchor Echagüe[9] la Logia Masónica Unión y Amistad, en la que llegó al escalafón de «Venerable».
[8] Cuando Melchor Echagüe asumió en 1876[7] como presidente del Consejo Escolar de San Nicolás, dio permiso para volver a utilizar la palmatoria.
[7] Guruciaga vio facilitada su labor educativa gracias a la ayuda desinteresada del empresario porteño Melchor Echagüe (1824-1896), que durante trece años consecutivos (entre 1876 y 1889) fue presidente del Consejo Escolar de San Nicolás.
[7] Echagüe se retiró de la presidencia del consejo en 1889 y retornó a su natal Buenos Aires.
En ese acto, en el que también se homenajeó a doña Nicomedes Brest, fueron oradores Clotilde Bores, Juana María Piaggio y Dámaso Valdés, quien encomendó la lectura de su discurso al Dr.
[6] Para la ocasión, Guruciaga mandó a grabar medallas con la inscripción «No hay República sin pueblo educado».
En su discurso final trazó a grandes rasgos su trabajo en San Nicolás durante cuarenta años.