Datan del año 1937 y fueron construidos por la Brigada de Zapadores nº 8 22 compañía.
El texto dice así: "Las Rozas lo conozco desde la guerra civil española.
Cuenta la leyenda que los roceños querían subir un burro al campanario, no se les ocurrió ninguna forma de subirlo, así que tomaron la decisión de subirle con una cuerda atada al cuello, mientras le subían, el burro no dejaba de jadear y sacar la lengua, en la torre asomaban hierbajos que crecían entre los ladrillos, alguien dijo entonces, "mirad como se ríe el borrico, sólo piensa en comerse la mielga".
Un chavalín cruza corriendo un descampado (que hoy en día es la Plaza de España).
El mozo detiene su carrera en la puerta de la fundición que en un extremo del descampado poseía D. Francisco González Martín, malagueño de origen y un excelente y reputado maestro fundidor.
El chaval, plantado ante D. Francisco, extendió los brazos y mostró su tesoro.
D. Francisco, gran amante de los animales, ofreció algún dinero al chaval a cambio del ave.
D. Francisco la curó y cuidó, aunque María nunca volvió a volar.
Así, gracias a los cuidados y al amor que le profesaron a María, D. Francisco y toda su familia, como el de todos los habitantes de Las Rozas, la cigüeña vivió feliz entre nosotros.
No obstante, aunque María murió, nunca se fue de nuestros corazones y gracias a la memoria de muchos roceños ha permanecido con nosotros y aquí seguirá para siempre.
La cigüeña es hoy símbolo de Las Rozas, fue incluida en el escudo del pueblo en su nuevo diseño del año 1995, algunos vecinos lamentan que se haya olvidado la figura de D. Francisco González Martín, reclamando honrar su esfuerzo y su memoria poniendo su nombre a una calle del municipio.
Sin embargo, actualmente no ha sido oficialmente aprobado por la Comunidad de Madrid.