La víctima, por su parte, experimenta una sensación de indefensión que puede derivar en trastornos psicológicos severos e, incluso, en conductas autodestructivas en casos extremos.
[5] El sujeto maltratado queda, así, expuesto física y emocionalmente ante el sujeto que lo maltrata, generándose como consecuencia una serie de secuelas psicológicas (aunque estas no formen parte del diagnóstico); es común que el acosado viva aterrorizado con la idea de asistir a la escuela y que se muestre muy nervioso, triste y solitario en su vida cotidiana.
[8][9] Los profesores Iñaki Piñuel Zabala y Araceli Oñate han descrito hasta nueve modalidades de acoso escolar, con la siguiente incidencia entre las víctimas:[10] Agrupa las acciones de acoso escolar que buscan bloquear socialmente a la víctima.
Todas ellas buscan el aislamiento social y su marginación impuesta por estas conductas de bloqueo.
Agrupa aquellas conductas de acoso escolar que pretenden distorsionar la imagen social del niño y “envenenar” a otros contra él.
No importa lo que haga, todo es utilizado y sirve para inducir el rechazo de otros.
Mediante estas conductas quienes acosan al niño pretenden ejercer un dominio y un sometimiento total en contra de su voluntad.
Agrupa aquellas conductas de acoso escolar que persiguen amilanar, amedrentar, apocar o consumir emocionalmente al niño mediante una acción intimidatoria.
Sus indicadores son acciones de intimidación, amenaza, hostigamiento físico intimidatorio, acoso a la salida del centro escolar.
Algunos grupos son particularmente vulnerables al acoso escolar, como los niños con trastorno del espectro autista (TEA), obesidad o dificultades de integración social.
Olga Lozano, psicóloga educativa y profesora del Grado en Psicología de UIC Barcelona, destaca las dificultades que muchos menores con TEA enfrentan en la interacción social, la comunicación con sus pares y el comportamiento.
Lozano aboga por una mayor formación especializada en las escuelas para que los profesionales puedan ofrecer un apoyo más específico a estos estudiantes.
La violencia escolar está definida por obstáculos y aislamientos, como recoge Ángela Gabàs Gasa en El fenómeno de la exclusión social,[cita requerida] indicando que «los obstáculos que encuentran determinadas personas para participar plenamente en la vida social, viéndose privadas de alguna o varias de las opciones consideradas como fundamentales para su desarrollo humano».
El objetivo del acoso escolar es intimidar, apocar, reducir, someter, aplanar, amedrentar y consumir, emocional e intelectualmente, a la víctima, con vistas a obtener algún resultado favorable para quienes acosan o satisfacer una necesidad imperiosa de dominar, someter, agredir, y destruir a los demás que pueden presentar los acosadores como un patrón predominante de relación social con los demás.
Así se detectó en un informe publicado por Randy y Lori Sansone en el año 2008.
En el mismo estudio realizado en Duke, se encontró una mayor probabilidad de suicidios en estas personas.
[17] Se estima que la intervención simultánea sobre factores individuales, familiares y socioculturales, es la única vía posible de prevención del acoso escolar.