Igualmente la enseñanza religiosa había cuajado con la llegada de los frailes y monjas de los Sagrados Corazones, que habían levantado sendos colegios y con la labor pastoral del párroco Ceferino Calderón.
Tras la construcción de Asilo Hospital y superado los escollos económicos, el párroco se decidió a levantar una iglesia monumental, acorde con la euforia del crecimiento de la ciudad y su orgullo.
El terreno fue donado en gran parte por Guillermo Gómez Ceballos, se contó también como principales colaboradores con Justo Alonso Astules y Bonifacio Gutiérrez Somavia, este último natural de Cartes, se contó también con los naturales de la ciudad que habían emigrado a América y con sus donativos colectivos se pudieron adquirir dos o tres campanas, además de otros regalos particulares como la custodia y algunas pinturas.
En nueve años se da por concluida la obra, que con importantes donativos individuales y suscripción pública había costado alrededor de quinientas mil pesetas.Los cimientos costaron alrededor de tres mil duros.
En la primavera del año 1899, se colocó la última piedra de la torre, pero la obra no finalizó hasta dos años más adelante.
Fue diseñado en estilo neogótico, con una girola poligonal, crucero, en uno de cuyos brazos se erige la torre y tres naves, la mayor más amplia y alta que las laterales, al estilo francés.
Se recurre a formas simplificadas, rechazando la decoración escultórica, pero empleando las molduras características del Gótico clásico, al que se unen a veces elementos tomados del románico catalán y lombardo.
Las dos palmeras remarcan el eje visual como referencia urbana plantadas por el popular Sacristan Migio en 1908.
Su costo fue de 6.000 pesetas, que habían sido donadas por la señora Ramona Escalante.