Iglesia de Santa María (Noreña)

En 1640, siendo obispo y conde Antonio de Valdés Herrera (1636-1642), se encargó al maestro montañés Fernando Huerta que añadiese las naves laterales que faltaban por construir a la iglesia, pero su intervención no fue muy afortunada, al derrumbarse los muros del cuerpo central, quedando en pie, únicamente, la capilla mayor y la sacristía.

En 1891, se construyó una amplia sacristía y un coro muy capaz, todo en armonía con el resto del templo.

Tras la Guerra Civil precisó ser restaurada ya que, según cuenta Enrique Rodríguez Bustelo:[2]​ había sufrido graves desperfectos al formar una gran hoguera en su interior, donde las llamas ocasionaron la destrucción de sus retablos barrocos con las imágenes y el archivo parroquial el 25 de agosto de 1936.

[3]​ Al poder regresar el párroco por haber finalizado la Guerra Civil, las misas y funciones religiosas hubieron de celebrarse en el Palacio-Residencia del Dr. Dionisio Cuesta Olay,[4]​ situado frente a la iglesia, durante el corto tiempo que se precisó para rehabilitar la Capilla del Colegio de Religiosas de la Sagrada Familia.

Estas habían sido desalojadas de dicho colegio y tuvieron que residir en este palacio.

Iglesia de Santa María de Noreña.