Los frescos del último gótico están muy bien conservados y casi cubren totalmente las paredes interiores de la iglesia.
La escena más impactante es la de la Danza de los Muertos, donde comerciantes, cardenales, e incluso el mismo Papa bailan junto a la muerte.
La pintura que ocupa un espacio más grande es la Adoración de los Reyes.
Los modelos, con una simplificación muy tradicional, se incorporan en una única narración.
En 1913 se redescubrieron y restauraron tal como están actualmente.