El edificio conventual, tras la desamortización, el Estado lo cedió al pueblo para ayuntamiento, escuela, hospital, etc., mientras que el resto de la obra (iglesia, capilla, camarín) ha llegado a nuestros días prácticamente igual que en sus años fundacionales, erigiéndose en parroquial, en 1866, tras haberse derrumbado la cúpula de la antigua iglesia parroquia sita en el solar que hoy alberga la nueva casa consistorial.
El retablo del altar muy recargado en su decoración con hojarascas, florones, consolas, angelotes, etc.; catorce lienzos completan la estancia.
Cabe resaltar el zócalo revestido de azulejo alcorino, más siete lienzos que al igual que los anteriores, son obras del pintor manchego Gaspar de la Huerta, discípulo de Jerónimo Jacinto Espinosa y muy relacionado con Palomino, resultando todo el conjunto, posiblemente, el mejor exponente del Barroco Valenciano.
Data del siglo XV, es de pequeña factura (27 cm) y su valor es incalculable.
Dice la tradición que San Vicente Ferrer, llevó consigo en sus misiones de apostolado y predicación esta pequeña imagen.