Intendencia de Buenos Aires (1883-1996)

El antiguo municipio amplió su territorio siete años después ya que se le anexó superficie que correspondía hasta ese momento a la provincia de Buenos Aires, que incluía dos núcleos urbanos -Flores y Belgrano- a los que se sumaban sus dos vastas zonas adyacentes de tierras desocupadas.

A partir de allí, la Buenos Aires Capital emergió como cabeza del nuevo orden y su condensación simbólica: a la ciudad le cupo encarnar la imagen del progreso que buscaba impregnar presidente y general Julio Argentino Roca, principal representante de la Generación del Ochenta.

También se construyó gran cantidad de edificios para alojar a la nueva burocracia, los cuales fueron dotados de un fuerte carácter simbólico que representara al nuevo poder estatal.

Varios edificios públicos colaboraron en ubicar a Buenos Aires como la principal ciudad de América del Sur.

En 1880 la Ciudad de Buenos Aires era aún administrada por un órgano delegado llamado Comisión Municipal, integrada por notables y respetados vecinos como Eustoquio Díaz Vélez (hijo), Antonio Devoto y José María Bosch -entre otros-, que en su sesión del 4 de diciembre de dicho año proclamó como su Presidente a Torcuato de Alvear[6]​ y que rápidamente se dedicó a sanear las alicaídas arcas citadinas e iniciar una etapa de progreso a partir de la cual se iniciaron obras en los servicios públicos que fueron acompañadas por el embellecimiento urbano.