Joldea no pertenecía a la familia de los príncipes ni era un aristócrata, pero el gran vornic Gavril Movilă y el hetman Ion Sturdza aceptaron esa solución y se le corona en el campamento de Țuțora.
El rey de Polonia Segismundo II Augusto aporta su aval a esta empresa y Petru se hace elegir y consagrar rey en Hârlău.
Desde la entrada de estas tropas en Moldavia, los partidarios de Joldea se dispersan y los boyardos que le apoyaban se unen al bando de Alexandru IV Lăpușneanu, al que reconocen como príncipe.
El príncipe Alexandru IV Lăpușneanu perdona a todos los boyardos que habían tomado el partido del que entonces es presentado como usurpador.
A Joldea se le amputa la nariz y se le obliga a tomar hábitos monacales en un monasterio, donde acabará sus días en una fecha desconocido y donde será enterrado.