Su tío sacerdote se ocupó de su educación.
Recibió el hábito franciscano a los 19 años, cambiando su nombre por el de María Crucificada.
Hizo su profesión religiosa el 19 de mayo de 1726 y se dedicó a la oración con tal intensidad, que según sus biógrafos, manifestó experiencias místicas.
Elegida en una segunda ocasión fue obligada por el obispo del lugar a abandonar el cargo y asumir el de vicaria, el cual desempeñó por 39 años.
El Martirologio romano recuerda su memoria el 8 de noviembre, día en el que la Iglesia católica la celebra.