Barbero de profesión, componía canciones y poemas que recitaba a sus clientes.
Su éxito entre amigos y críticos le animó a abordar obras literarias más ambiciosas.
Para ello utilizó el occitano, idioma al que dio un impulso importante.
En 1836 su recital en Burdeos, donde declamó L’abuglo de Castèl-Cuilhèr, le dio renombre en toda Francia.
Su talento como narrador oral hizo renacer a la poesía popular occitana y suscitó innumerables vocaciones.