Fue objeto de una transformación a principios del siglo XX.
En los dos primeros tercios del siglo XX, el recinto quedó en el abandono.
En el siglo XX, se procedió a la reconstrucción del conjunto ajardinado por parte del arquitecto Eduardo Barceló de Torres en 1987, quedando abierto al público en el año 2002.
El cuerpo central, el más importante, está dividido en cuatro cuadrantes, entre los cuales se abren varios caminos, realizados con ladrillos aparejados a sardinel.
Junto a la parte de la tapia que da la calle de Segovia, se extiende un paseo, arropado por una pérgola, que cuenta con una rosaleda.