Instalado en Barcelona al inicio de la Guerra de Independencia (1808), participó en una conspiración antifrancesa contra el general Guillaume Philibert Duhesme.
Junto con Andrés Jáuregui (diputado por La Habana) elaboró el decreto para la formación de los nuevos ayuntamientos (1811).
Se enfrentó tanto con los diputados americanos como con otros diputados catalanes (Ramón Lázaro de Dou y Felip Aner d'Esteve) por sus propuestas territoriales uniformistas.
Fue nombrado arzobispo de Sevilla (1820-1822), cargo en el que no fue reconocido por la Santa Sede.
Evolucionó a posiciones más moderadas, especialmente en cuestiones religiosas.