Así mismo, durante la guerra de los Diez Años (1868-1878), Gálvez colaboró con el importante núcleo revolucionario cubano que se encontraba exiliado en Nueva York, donde se hizo cargo de la dirección del diario La Revolución, órgano de propaganda del movimiento independiente.
Pero, al obtener la libertad, Gálvez se sintió profundamente decepcionado por las continuas disputas internas dentro de la causa revolucionaria, las cuales propiciaron la defenestración de sus dos personajes más válidos: el expresidente Céspedes y el general Quesada, auténtico héroe de guerra en la pasada contienda.
Gálvez se alineó ideológicamente a la causa postulada por la burguesía criolla que negaba la capacidad del país para la independencia absoluta, y aún fue más lejos al hacer público su convencimiento de que una separación radical del régimen español equivaldría a entregar la isla al caos absoluto y a la anarquía política.
Ejerció el periodismo publicando a menudo bajo seudónimo, y obtuvo fama de buen abogado, de fácil oratoria, sobria y clara de su ingente producción como periodista podemos destacar los numerosos artículos que publicó en los diarios cubanos La Independencia, El Triunfo, El País, La Semana, La América, El Foro Cubano y El Tábano.
Acabó convencido de que para Cuba hubiera sido mucho mejor la evolución que la revolución llevada a cabo con ayuda de Estados Unidos.