José María de Loma

Al terminar la guerra fue destinado a diversas ciudades como Valladolid, Pamplona y Tudela.

Dos años más tarde fue destinado otra vez a Pamplona y luego permaneció cinco en Madrid.

El capitán Loma, que se encontraba en Barcelona, participó en numerosas operaciones contra los sublevados.

En 1873 participó en operaciones en Navarra y las provincias vascas contra partidas como la del cura de Santa Cruz.

El 24 de julio fue nombrado teniente general del Ejército, el puesto más alto que obtuvo.

En 1876, Loma participó en la última ofensiva de la guerra para expulsar a los carlistas, la cual fue totalmente exitosa.

Ocho días después advirtió al Senado que le sería imposible asistir debido a que debía hacerse cargo de la capitanía general de las Provincias Vascongadas.

El general Loma decide actuar de intermediario entre patronal y los representantes obreros.

También se estableció una jornada laboral diferente según los meses del año, pero la media era de diez horas diarias.

El Ministerio de Guerra accedió a que se le rindiesen honores como si hubiese muerto en activo.