Una de las complicaciones del diseño era la necesidad de mantener constantemente caliente el metal líquido del reactor a una temperatura mínima de 123,5 °C (254,3F) para evitar que se solidificara y congelara el reactor.
El metal se solidificaba al contacto con el aire exterior más frío, congelándose y dañando los componentes internos del reactor.
El submarino fue retirado del servicio y remolcado a Severodvinsk.
En el astillero se consideró que los daños en el reactor eran demasiado graves para repararlos y se tomó la decisión de salvar todo lo que se pudiera.
El K-64 fue partido por la mitad, su sección de proa (incluidos los espacios de control) fue llevada a Leningrado y utilizada para entrenar a nuevos submarinistas soviéticos.