Por otra parte, varias ciudades beocias (Hieto, Acrefias, Coronea, Tanagra, Tebas, Tespias y Micaleso) empezaron a acuñar moneda a fines del siglo VI a. C. y estas tenían en común el anverso donde figuraba el escudo beocio.
En el verano del 395 a. C., según describen las Helénicas de Oxirrinco, estaba organizada en once distritos que servían tanto para la administración fiscal, como política o militar.
[1] Cada distrito debía enviar mil hoplitas y cien jinetes al ejército de la Liga.
De este modo, el contingente total que podía reunir la Liga beocia ascendía a 24.200 soldados repartidos en cuatro cuerpos fundamentales: 11.000 hoplitas, 1100 jinetes, 11.000 psiloi y 1.100 hamipos.
Nunca iba un solo beotarca al mando de cada expedición, sino que como mínimo se enviaban dos.
En campaña, los beotarcas formaban el consejo de guerra, en el seno del cual se discutían la estrategia y las tácticas a adoptar, la conducción general de las operaciones militares y se tomaban por voto mayoritario las decisiones importantes.
La caballería beocia estaba dividida como mínimo en unidades, cuyo nombre oficial era hilas, escuadrones de 30 a 40 jinetes mandados por un hilarco.
A diferencia de lo que era la norma en una gran parte del mundo griego, la caballería beocia desempeñaba un papel importante en las operaciones militares y era tenida en alta estima en toda Grecia.