Sin embargo, en las oficinas del padrón, Lungo aparece inscrito como un braco italiano, un perro vagabundo.
En la huida, monta furtivamente en un tren, donde es confundió con un ministro que accidentalmente había quedado atrapado en el lavabo.
Se repite entonces la escena de la boda ficticia, solo que en este caso con una mujer muy poco agraciada.
Lungo maldice a los arcángeles por jugar con su destino como si fuera una máquina de petaco.
Los amigos intentan un acercamiento fingidamente amistoso al Lungo para intentar hacerse con parte del botín.