Tras la muerte de Husáin ibn Ali, un nieto del profeta islámico Mahoma, a manos del ejército omeya en la Batalla de Kerbala en 680, se alió con el califa rival Abd Alá ibn al-Zubayr en La Meca, pero la alianza duró poco.
Mukhtar levantó el estado social de los mawali (conversos locales al islam) y se convirtieron en una entidad política importante.
Los mawali y los kaysanitas jugarían luego un papel significativo en la revolución abasí sesenta años después.
El hijo mayor de Alí, Hasan, se convirtió en califa, pero Muawiya desafió su autoridad e invadió Irak.
Unos años antes de su muerte, Muawiya nominó a su hijo Yazid como su sucesor, fundando así el califato omeya.
[6] Para este momento, Abd Allah ibn al-Zubayr, un hijo de Zubayr ibn al-Awam, compañero de Mahoma, había empezado a obtener lealtades en secreto en La Meca y había llegado a controlar el Hiyaz (Arabia occidental) entero.
Habiendo abandonado Kufa, Mukhtar se dirigió a La Meca y le ofreció su lealtad a Ibn al-Zubayr con la condición de que fuera consultado sobre asuntos importantes y se le otorgara una posición alta, lo que Ibn al-Zubayr rechazó.
Cuando Yazid envió un ejército a retomar La Meca en 683, Mukhtar participó en la defensa de la ciudad.
Después de que Yazid murió en noviembre, el ejército omeya se retiró e Ibn al-Zubayr proclamó abiertamente su califato.
En Kufa, Mukhtar empezó a reclutar personas para tomar venganza contra los asesinos de Husáin, prometiéndoles victoria y fortuna.
Para ganarse el favor de Ibrahim ibn al-Ashtar, un influyente partidario alide y líder de la tribu Nakhai, quien aún no había sido persuadido, Mukhtar le presentó una carta que afirmaba había sido escrita por Ibn al-Hanafiyyah.
[11] La carta fue probablemente una falsificación, y parece que Ibn al-Hanafiyyah no tuvo ningún involucramiento en la rebelión.
Algún tiempo después, Abdullah ibn Úmar intercedió por Mukhtar, quien prometió refrenarse de actividades en contra del gobierno y fue liberado.
Ibn Muti se escondió, y más tarde, con ayuda de Mukhtar, huyó a Basora.
Para entonces, Abd al-Málik ibn Marwan había tomado las riendas del poder omeya en Siria y luchaba por recuperar el control de las provincias perdidas.
Esa noche, tras ordenar la ejecución de todos los cautivos sirios, Ibn Anas murió por una enfermedad.
Le acusaban de robarles el prestigio.Él y su partido han renunciado a nuestros piadosos ancestros.
[17] Muchos otros fueron ejecutados bajo el pretexto de su implicación directa o indirecta en la batalla, mientras que aproximadamente diez mil kufanos huyeron a Basora.
[17] Dos días después de reafirmar el control sobre Kufa, Mukhtar envió a Ibn al-Ashtar con una fuerza de trece mil hombres a confrontar al ejército omeya comandado por Ibn Ziyad que se acercaba.
Aunque Ibn al-Zubayr había considerado leal a Mukhtar, este último se rehusó a entregarle el control de Kufa al gobernador designado por el califa, Umar ibn Abd al-Rahman.
El gobernador abandonó la ciudad después de haber sido sobornado y amenazado por Mukhtar.
Ibn al-Zubayr aceptó y le solicitó tropas para Wadi al-Qura, un valle al norte de Medina, pero en cambio, Mukhtar envió a tres mil combatientes comandados por Shurahbil ibn Wars con órdenes de entrar en Medina hasta nuevo aviso.
En efecto, Ibn Wars se negó y fue asesinado junto con la mayoría de sus hombres.
[33] Poco después, los partidarios restantes de Mukhtar, que sumaban unos seis mil, se rindieron y fueron ejecutados por Musab.
Fue durante su gobierno que los mawali ganaron importancia, para gran descontento de la nobleza árabe kufana.
[41] Estos introdujeron las doctrinas de la Ocultación (Ghayba) y el Retorno (Ray'a) del Mahdi.
Los abasíes usaron esto como una herramienta de propaganda durante su revolución para así aumentar su legitimidad y apelar a las masas pro-alides.
[49] Según Wellhausen, aunque nunca se llamó explícitamente a sí mismo profeta, las acusaciones se arraigaron debido a sus alardes y afirmaciones excesivas, que hacía en el estilo de prosa rimada (Saj' o Sach) de los antiguos adivinos árabes.
[57] Mientras las descripciones históricas son unánimes en mostrar a Mukhtar en una luz negativa,[59] los historiadores modernos sostienen una variedad de opiniones.
[60] El profesor Abdulaziz Sachedina, por otra parte, lo llama un político ambicioso que manipuló los sentimientos religiosos de la gente común para su propio bien.