Theatrum mundi

Mediante esta metáfora, explicaba Platón (véase: mito de la caverna o Leyes) que los humanos son y funcionan como marionetas.

El poeta y matemático ateo persa Omar Khayyam amplió esta idea mediante la alegoría del ajedrez en una de sus Rubaiyatas: somos las piezas de un tablero donde las casillas blancas son los días y las negras las noches: nos movenos por ellas creyendo que unos tenemos más poder o influencia que otros y al final vamos a parar iguales a la misma caja (otro tópico: la muerte igualadora).

Sin embargo, también es propio de la religión cristiana afirmar que el mundo es un teatro, cuyo único espectador es Dios desde el cielo; el teatro barroco inglés del Globo tenía en su bandera el lema "El mundo entero es un teatro" y en el teatro barroco español se insiste especialmente en la idea del mundo como teatro o como sueño en autos sacramentales de Pedro Calderón de la Barca como El gran teatro del mundo o en comedias filosóficas como La vida es sueño, por no hablar de otros autores.

Más adelante, ya en el siglo XIX, autores como Balzac con La comedia humana, Baudelaire o incluso Freud.

En la literatura, dicho "teatro" es recreado mediante la deíxis, según la cual un autor puede representar las coordenadas del mundo, tanto real como imaginario.