Yacimiento de Hallstatt

Los dos primeros corresponden al Bronce Final, el resto a la I Edad del Hierro.

Se aprecia esa continuidad en el desarrollo de Hallstatt en esta nueva periodización.

El siguiente paso lo da Kimmig que fija su atención en los campos de urnas.

Es un trabajo por parte de individuos con otras labores y, por ello, sólo una vez al año se dedican a la extracción.

En las galerías también se han encontrado abrigos de piel, lana o lino.

Más tarde del 800 se desarrollan métodos específicos para obtener este material.

Saltan a la vista los ricos enterramientos de los que se ha extraído información sobre la riqueza del lugar y el contacto comercial.

Gracias a algunos restos se han conocido niños, que vivían y trabajaban en las minas.

Las primeras ciudades comerciales del mediterráneo debieron surgir de forma parecida y en esta época.

Gracias a ésta se podían alimentar las gentes de sitios apartados o los que vivían en ciudades trabajando en bienes de consumo estarían relativamente tranquilos ante posibles hambrunas.

Como resultado el sistema agrícola es más seguro y hay una posibilidad de producir excedentes, los cuales propician un avance en el comercio.

En las primeras etapas de explotación no sería muy rentable y por eso tendrían otras actividades.

Esta sal de Hallstatt se comercia con Austria y Baviera, pero teniendo en cuenta los objetos foráneos de las tumbas hay que considerar que los contactos comerciales serían más amplios.

Para sostenerles podrían haber atraído a los agricultores por las noticias de riqueza.

En un período situado a partir de los inicios del primer milenio a. C. se produce el despegue económico en Hallstatt, coincidiendo con el resurgir de las primeras ciudades comerciales del mediterráneo.

La producción abriría un primer comercio con el resto de Austria y Baviera, pero los ajuares de los enterramientos reflejan contactos comerciales más amplios, con importaciones exóticas que permitían a sus poseedores manifestar su riqueza.