Tanto la pasta como la crema comienzan a elaborarse a puerta cerrada, en el llamado «taller del secreto» (oficina do segredo), en un proceso que dura dos días.
[3][4][2] El panadero del convento, de pronto en el paro, decidió venderle la receta al empresario portugués Domingos Rafael Alves.
[3][4][2] Desde entonces, en este local se viene trabajando ininterrumpidamente tanto para la venta como para el consumo allí mismo de los pasteles, que se acompañan de azúcar y canela en polvo espolvoreados.
[5] Los pasteles de Belém son muy populares en China,[6] a donde llegaron a través de Macao en los tiempos en los que esta ciudad era una colonia portuguesa.
[2][6] En chino, los pasteles de Belém han sido llamados po ta (葡撻) que viene a significar algo así como pastel de huevo.