Viajó hacia el Perú en compañía del virrey Francisco Álvarez de Toledo (1569).
Se le encomendó la visita de Chucuito, donde fijó la tasa de tributos y procuró aumentar las rentas de la Corona, exonerando a los indígenas del pago que hacían a los caciques, a los encomenderos a devolver los préstamos y estableciendo hospitales en la provincia.
Además obtuvo allí el grado de Doctor en Cánones y suscribió la petición en favor del establecimiento de la imprenta en Lima.
Comisionado por el virrey saliente, lo representó en su juicio de residencia y entregó al sucesor, Martín Enríquez de Almansa, las informaciones confidenciales sobre el estado del Perú.
Con licencia para recuperarse, se retiró a su villa natal donde falleció.