Estudió en el Seminario conciliar de Zaragoza, pero fue expulsado por su espíritu inquieto.
Marchó a Madrid a buscar la gloria literaria, y consiguió alguna popularidad en el teatro por medio de comedias y dramas que representaba en el teatro Martín, sito en la calle Santa Brígida, que estuvo en activo entre 1870 y 1994.
Por entonces sus problemas con el alcohol empezaron a pasarle factura, pues pícaramente vendía sus derechos a varios taberneros a cambio de aguardiente cuando ya los tenía el empresario del Teatro Martín, Antonio Álvarez; a pesar de la protección de este (le invitó a comer gratis en su casa si dejaba la bebida, pero la resistencia del escritor no duró una semana) el poeta iba de mal en peor, agregado a la bohemia báquica de los escritores profesionales Pedro Escamilla, Florencio Moreno Godino y Pelayo del Castillo.
En abril de 1878 alcanzó su punto más bajo, pues se tuvo que hacer una representación en su beneficio.
Se hizo famosa la anécdota de que Práxedes Mateo Sagasta se compadeció de él al verlo gritando por el frío del invierno y le regaló su mejor gabán.